La Colonia de Castores comprende a los niños y niñas de 6 a 8 años. Es la edad de la máxima ilusión por descubrirlo todo.
Es la primera vez que salen de casa y comienzan a acercarse a los demás. Contemplan con curiosidad todo lo que les rodea, desarrollando la creatividad.
En la Colonia, los niños y niñas aprenden a vivir en grupo y a participar activamente de las actividades junto a otros de su misma edad. El lema “Compartir” fomenta la igualdad y la solidaridad entre ellos.
Los castores, niños y niñas de 6 a 8 años, se van haciendo así personitas más autónomas, capaces de resolver situaciones y adquiriendo capacidades que les acompañarán el resto de su vida infantil, juvenil y adulta.
Tras su paso por la Colonia y al cumplir los 8 años, niños y niñas entran a formar parte de la Manada de Lobatos.
Su imaginación está al servicio de una incesante actividad y del juego, su medio de aprender. Su compromiso es “Haremos lo mejor”.
En el marco simbólico de “El Libro de las Tierras Vírgenes” de Rudyard Kipling, los lobatos y lobatas aprenden a crecer con la ayuda de sus “Viejos Lobos”. De nuevo es el desarrollo de la imaginación la que permite al educador hablar un lenguaje accesible para el niño.
Los niños y niñas de una Manada de Lobatos se inician en el Gran Juego de la Vida con la ilusión de crecer sanos, fuertes, capaces de superarse y con ganas de descubrir el mundo.
Al alcanzar los 11 años llega el momento de entrar a formar parte de la Sección Scout.
Es el tiempo de la afirmación de uno mismo; el deseo de aventura se hace más patente, se desarrolla el carácter, las actitudes y la capacidad de vivir en grupo, enriqueciéndose personalmente.
En la Sección Scout se trabaja en Patrullas. La vida en Patrulla potencia el compromiso personal. Eligen sus propios líderes y programan las actividades, con apoyo de sus educadores. Los chicos y chicas adquieren así sus propias responsabilidades y aprenden a valorar el trabajo en equipo.
La imaginación deja paso a la sed de aventuras. El contacto directo con la Naturaleza y las destrezas para desenvolverse en el medio natural les permiten ir más allá en la formación de sí mismos y de su personalidad.
Cumplidos los 14 años, los chicos y chicas comienzan a trabajar en la Unidad Esculta.
Este es un momento crucial para las ideas, los interrogantes y las ambiciones. Los chicos y las chicas empiezan a perfilar su personalidad definitiva.
El grupo cobra enorme importancia y se hacen hombres y mujeres activos. No aceptan el ocio pasivo y dirigido que se oferta a los jóvenes. Elaboran sus propios proyectos, abiertos al servicio comunitario, se abren a la sociedad y afianzan su pertenencia y su responsabilidad ciudadana.
Conciben sus propios “proyectos de cambio”. Son ellos y ellas los verdaderos protagonistas de su futuro. Conciben la “Empresa o Proyecto” desde la idea hasta la ejecución, con la mera supervisión del educador adulto. Se responsabilizan de sus acciones y se impulsan en su propia motivación.
La última etapa de la educación scout es el Clan Rover o Comunidad de Compañeros, formado por jóvenes a partir de 17 años. Ser rover, es vivir intensamente cada paso, tomar las riendas y hacer un proyecto de su propia vida, empeñarse en cambiar el mundo y, sobre todo, creer que es posible.
Se comprometen colectiva e individualmente en acciones de cambio y se esfuerzan por crecer al tiempo como persona. Elaboran sus propios proyectos personales, se marcan metas y se ayudan mutuamente a madurar y crecer como adultos comprometidos. Buscan proyectos de servicio a los demás, como pueda ser la reparación de un refugio, o colaborar con alguna otra asociación; también preparan actividades de auto superación, como por ejemplo realizar el ascenso al Aneto.
La Colonia de Castores comprende a los niños y niñas de 6 a 8 años. Es la edad de la máxima ilusión por descubrirlo todo.
Es la primera vez que salen de casa y comienzan a acercarse a los demás. Contemplan con curiosidad todo lo que les rodea, desarrollando la creatividad.
En la Colonia, los niños y niñas aprenden a vivir en grupo y a participar activamente de las actividades junto a otros de su misma edad. El lema “Compartir” fomenta la igualdad y la solidaridad entre ellos.
Los castores, niños y niñas de 6 a 8 años, se van haciendo así personitas más autónomas, capaces de resolver situaciones y adquiriendo capacidades que les acompañarán el resto de su vida infantil, juvenil y adulta.
Tras su paso por la Colonia y al cumplir los 8 años, niños y niñas entran a formar parte de la Manada de Lobatos.
Su imaginación está al servicio de una incesante actividad y del juego, su medio de aprender. Su compromiso es “Haremos lo mejor”.
En el marco simbólico de “El Libro de las Tierras Vírgenes” de Rudyard Kipling, los lobatos y lobatas aprenden a crecer con la ayuda de sus “Viejos Lobos”. De nuevo es el desarrollo de la imaginación la que permite al educador hablar un lenguaje accesible para el niño.
Los niños y niñas de una Manada de Lobatos se inician en el Gran Juego de la Vida con la ilusión de crecer sanos, fuertes, capaces de superarse y con ganas de descubrir el mundo.
Al alcanzar los 11 años llega el momento de entrar a formar parte de la Sección Scout.
Es el tiempo de la afirmación de uno mismo; el deseo de aventura se hace más patente, se desarrolla el carácter, las actitudes y la capacidad de vivir en grupo, enriqueciéndose personalmente.
En la Sección Scout se trabaja en Patrullas. La vida en Patrulla potencia el compromiso personal. Eligen sus propios líderes y programan las actividades, con apoyo de sus educadores. Los chicos y chicas adquieren así sus propias responsabilidades y aprenden a valorar el trabajo en equipo.
La imaginación deja paso a la sed de aventuras. El contacto directo con la Naturaleza y las destrezas para desenvolverse en el medio natural les permiten ir más allá en la formación de sí mismos y de su personalidad.
Cumplidos los 14 años, los chicos y chicas comienzan a trabajar en la Unidad Esculta.
Este es un momento crucial para las ideas, los interrogantes y las ambiciones. Los chicos y las chicas empiezan a perfilar su personalidad definitiva.
El grupo cobra enorme importancia y se hacen hombres y mujeres activos. No aceptan el ocio pasivo y dirigido que se oferta a los jóvenes. Elaboran sus propios proyectos, abiertos al servicio comunitario, se abren a la sociedad y afianzan su pertenencia y su responsabilidad ciudadana.
Conciben sus propios “proyectos de cambio”. Son ellos y ellas los verdaderos protagonistas de su futuro. Conciben la “Empresa o Proyecto” desde la idea hasta la ejecución, con la mera supervisión del educador adulto. Se responsabilizan de sus acciones y se impulsan en su propia motivación.
La última etapa de la educación scout es el Clan Rover o Comunidad de Compañeros, formado por jóvenes a partir de 17 años. Ser rover, es vivir intensamente cada paso, tomar las riendas y hacer un proyecto de su propia vida, empeñarse en cambiar el mundo y, sobre todo, creer que es posible.
Se comprometen colectiva e individualmente en acciones de cambio y se esfuerzan por crecer al tiempo como persona. Elaboran sus propios proyectos personales, se marcan metas y se ayudan mutuamente a madurar y crecer como adultos comprometidos. Buscan proyectos de servicio a los demás, como pueda ser la reparación de un refugio, o colaborar con alguna otra asociación; también preparan actividades de auto superación, como por ejemplo realizar el ascenso al Aneto.
La Colonia de Castores comprende a los niños y niñas de 6 a 8 años. Es la edad de la máxima ilusión por descubrirlo todo.
Es la primera vez que salen de casa y comienzan a acercarse a los demás. Contemplan con curiosidad todo lo que les rodea, desarrollando la creatividad.
En la Colonia, los niños y niñas aprenden a vivir en grupo y a participar activamente de las actividades junto a otros de su misma edad. El lema “Compartir” fomenta la igualdad y la solidaridad entre ellos.
Los castores, niños y niñas de 6 a 8 años, se van haciendo así personitas más autónomas, capaces de resolver situaciones y adquiriendo capacidades que les acompañarán el resto de su vida infantil, juvenil y adulta.
Tras su paso por la Colonia y al cumplir los 8 años, niños y niñas entran a formar parte de la Manada de Lobatos.
Su imaginación está al servicio de una incesante actividad y del juego, su medio de aprender. Su compromiso es “Haremos lo mejor”.
En el marco simbólico de “El Libro de las Tierras Vírgenes” de Rudyard Kipling, los lobatos y lobatas aprenden a crecer con la ayuda de sus “Viejos Lobos”. De nuevo es el desarrollo de la imaginación la que permite al educador hablar un lenguaje accesible para el niño.
Los niños y niñas de una Manada de Lobatos se inician en el Gran Juego de la Vida con la ilusión de crecer sanos, fuertes, capaces de superarse y con ganas de descubrir el mundo.
Al alcanzar los 11 años llega el momento de entrar a formar parte de la Sección Scout.
Es el tiempo de la afirmación de uno mismo; el deseo de aventura se hace más patente, se desarrolla el carácter, las actitudes y la capacidad de vivir en grupo, enriqueciéndose personalmente.
En la Sección Scout se trabaja en Patrullas. La vida en Patrulla potencia el compromiso personal. Eligen sus propios líderes y programan las actividades, con apoyo de sus educadores. Los chicos y chicas adquieren así sus propias responsabilidades y aprenden a valorar el trabajo en equipo.
La imaginación deja paso a la sed de aventuras. El contacto directo con la Naturaleza y las destrezas para desenvolverse en el medio natural les permiten ir más allá en la formación de sí mismos y de su personalidad.
Cumplidos los 14 años, los chicos y chicas comienzan a trabajar en la Unidad Esculta.
Este es un momento crucial para las ideas, los interrogantes y las ambiciones. Los chicos y las chicas empiezan a perfilar su personalidad definitiva.
El grupo cobra enorme importancia y se hacen hombres y mujeres activos. No aceptan el ocio pasivo y dirigido que se oferta a los jóvenes. Elaboran sus propios proyectos, abiertos al servicio comunitario, se abren a la sociedad y afianzan su pertenencia y su responsabilidad ciudadana.
Conciben sus propios “proyectos de cambio”. Son ellos y ellas los verdaderos protagonistas de su futuro. Conciben la “Empresa o Proyecto” desde la idea hasta la ejecución, con la mera supervisión del educador adulto. Se responsabilizan de sus acciones y se impulsan en su propia motivación.
La última etapa de la educación scout es el Clan Rover o Comunidad de Compañeros, formado por jóvenes a partir de 17 años. Ser rover, es vivir intensamente cada paso, tomar las riendas y hacer un proyecto de su propia vida, empeñarse en cambiar el mundo y, sobre todo, creer que es posible.
Se comprometen colectiva e individualmente en acciones de cambio y se esfuerzan por crecer al tiempo como persona. Elaboran sus propios proyectos personales, se marcan metas y se ayudan mutuamente a madurar y crecer como adultos comprometidos. Buscan proyectos de servicio a los demás, como pueda ser la reparación de un refugio, o colaborar con alguna otra asociación; también preparan actividades de auto superación, como por ejemplo realizar el ascenso al Aneto.